El movimiento de la Tierra con relación a la Luna, el Sol, los planetas y las constelaciones es el sistema que se utiliza normalmente para contar el tiempo cronológico. La forma de pensamiento que nos envuelve en cuanto al tiempo, el calendario gregoriano, se basa en guerras, egolatrías, control y afán de dominio.
La palabra calendario proviene de la palabra "calendas" del latín, que significa "libro de cuentas". Éste establecía la fecha del primer día de cada mes, en el cual se debían pagar los impuestos y de aquí es de donde sale el famoso dicho "El tiempo es dinero". Los nombres de los meses del calendario gregoriano son derivados del latín y vienen del primer calendario romano. Este calendario servía para la planificación y la formación de sus ejércitos.
El comienzo del año solía celebrarse en marzo, pero en el año 133 a. C. se decidió retrasar el año dos meses. Por eso septiembre, en latín siete, es el noveno mes; octubre, ocho, el décimo; noviembre, que significaba nueve, pasó al onceavo y diciembre, diez, ahora es el doceavo. En el 45 a. C. Julio César dividió el año en 12 meses, dándole a la mitad 30 días y a la otra 31 días, menos al mes de febrero, que quedó con 29 días. Al quinto mes, en ese entonces llamado "quintillas", le puso su nombre, Julio. Más adelante, su hijo Augusto César, decide ponerle agosto al sexto mes "sextillas". Pero para no ser menos que su padre y para que su mes también tuviera 31 días, ¡le quitó un día a febrero! En la época cristiana el calendario romano de 12 meses irregulares era un hecho y fue conocido como el calendario Juliano, donde no se tomaban en cuenta los ciclos naturales, como los equinoccios y solsticios. En 1582 el Papa Gregorio XIII adelantó diez días la fecha del calendario y así se pasó del calendario juliano al gregoriano. Estos son sólo algunos cambios que se le han hecho al calendario que seguimos. Es en este desorden temporal en el que vivimos desde entonces, asegurando que no sólo el hombre europeo, sino eventualmente todas las culturas y razas dominadas por el pensamiento y convicciones occidentales, asumieramos este patrón de tiempo deformado y deformante. Como vemos, es un falso orden manipulado por un sinsentido, que supuestamente nos da un orden. (...)
Pero no sólo el calendario gregoriano y otros calendarios irregulares nos desconectan de la madre naturaleza, también los relojes mecánicos nos alejan de la sincronía. El reloj es una medida tridimensional del espacio, aplicada a la idea del tiempo, mientras que el calendario gregoriano de 12 meses no corresponde a ningún ciclo natural. El reloj es un invento que comenzó como un simple juguete y más tarde fue utilizado por unos monjes por diversión y posteriormente para despertarse temprano. Con el tiempo se empezó a tomar en serio y de juguete pasó a ser una máquina que dirigía vidas. En efecto, el reloj mecánico fue aceptado por todos los europeos como un ejemplo del triunfo humano sobre la naturaleza. Así fue que, la mente humana aceptó como "natural" su propio tiempo inventado, la frecuencia que identificamos como 12:60, una proporción mental inconsciente determinada por el calendario irregular de 12 meses y la hora artificial de 60 minutos. La combinación de estos dos factores en esta única frecuenca de tiempo ha recluido a la humanidad en un caos mental, debilitante y sin esperanza, conocido como civilización moderna, que es sólo la convulsión final del desorden del tiempo que aflige a la raza humana como una enfermedad virulenta (...).
El propósito de Roma al imponer a la gente que habían conquistado el calendario juliano fue quitarle el poder a la gente y dárselo a Roma. Se lo impusieron a pueblos que usaban la Luna como guía, gente que estaba a tono con la naturaleza. Para quitarles el poder, César les impuso un falso tiempo, que los mantuviera lejos del contacto con la naturaleza, que los forzara a ver a Roma como fuente de poder. (...)
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