Ud disculpe amable lector por no colocar las ligas respectivas a sus artículos en la entrada anterior, pero se me hace tarde para ir a... eso ya no le interesa.
Esto sí nos interesa:
Alejandro Nadal: El lado oscuro de los recursos naturales
Desde 1965 hasta su muerte en 1993, el economista Kenneth Boulding estuvo repitiendo su mensaje con una metáfora muy eficaz. Existen dos tipos de economías, la estilo "cowboy" y la economía del género "astronauta". La primera está basada en la idea de que la base de recursos naturales es tan extensa que, para fines prácticos, puede considerársele ilimitada. El vaquero de las planicies puede cazar, abrir minas, perforar pozos y romper los suelos para sembrar lo que quiera. La dotación de recursos es tan grande que el impacto ambiental de sus actividades pasa desapercibido. Las palabras clave en el vocabulario del vaquero son "extensión" y "crecimiento".
La economía del astronauta es distinta. Viaja en una pequeña cápsula espacial, su dotación de recursos es reducida y cualquier actividad deja una huella ecológica importante en todo momento. Hasta su respiración puede envenenar su restringida atmósfera si no filtra los desechos de sus exhalaciones. El astronauta tiene que ser muy cuidadoso: viaja en un sistema cerrado, debe buscar niveles de "cero desperdicio" y reciclar todo lo que puede. La piedra de toque en el vocabulario de la cápsula es la palabra "metabolismo".
El mensaje central de Boulding concluía de manera convincente: debemos concebir al planeta Tierra como una especie de cápsula espacial en la que la humanidad es el astronauta. Es necesario repensar la lógica del crecimiento económico en este sistema cerrado y diseñar los instrumentos que permitan convertir a la economía mundial en una especie de metabolismo auto-regulado. Habría que comenzar con el manejo racional y cuidadoso de los recursos naturales.
Pero si quisiéramos retomar la metáfora de Boulding, tendríamos que suponer que en la cápsula espacial hay por lo menos dos astronautas. Y desgraciadamente ambos ya escogieron pelear por los recursos en la nave. En la soledad del espacio, su conflicto ha degenerado en una serie de guerras larvadas y abiertas que amenaza con destruir el vehículo espacial en el que viajan. La maldición de los recursos naturales los atrapó.
El acceso a los recursos naturales está enmarcado en conflictos étnicos, corrupción, competencia estratégica y guerras civiles e internacionales. El caso de los diamantes de conflicto es un ejemplo entre muchos. Minerales, coltan, madera, petróleo y gas natural, son sólo algunos de los recursos que están en el corazón de estas contiendas. Pero, ¿de dónde viene la maldición?
Los estudios patrocinados por el Banco Mundial sobre la relación entre recursos naturales y conflictos se concentran en la relación entre estas riquezas y las disputas étnicas, dictaduras, corrupción y tráfico de armas. Por eso predominan en esos trabajos las referencias a las guerras civiles en Sierra Leona, Liberia o la República Democrática del Congo.
Esas investigaciones pretenden analizar cómo una dotación generosa de minerales, maderas o petróleo provoca la codicia y conduce a conflictos. El ciclo típico es sencillo: un dictador utiliza los recursos para construir su aparato represivo y mantenerse en el poder. Los grupos rebeldes buscan hacer lo mismo. Las secuelas en términos de muerte y destrucción ambiental son terribles y muy costosas para todos, incluyendo a la comunidad internacional que termina por intervenir y ayudar a los refugiados y desplazados.
En los estudios del Banco Mundial los recursos naturales están en el centro del conflicto porque un ejército necesita dinero. Los grupos en pugna ven en las riquezas naturales la plataforma para obtener los recursos monetarios para comprar armas y pagar la nómina de sus ejércitos. Independientemente de los motivos de la rebelión, la organización rebelde debe comportarse como una organización comercial. Y para el Banco Mundial, el problema entonces es que existen compañías y bancos dispuestos a servir de intermediarios para revender los recursos en el mercado internacional. La corrupción en las empresas multinacionales es un buen aliado de estos conflictos.
Pero la narrativa de esa visión es muy miope. El verdadero vínculo entre recursos naturales y conflictos está en otra parte. Por supuesto que la corrupción y los pleitos étnicos insondables desempeñan un papel siniestro en los recursos naturales de conflicto, pero quizás ni siquiera son el ingrediente más importante.
Existen fuerzas económicas anónimas (el mercado y la competencia inter-capitalista) que generan presiones crecientes sobre la base de recursos naturales en el mundo. El modelo neo-colonial no es distinto del modelo neoliberal en ese sentido: ambos promueven las exportaciones de recursos naturales hacia los países industrializados y en la competencia estratégica entre esas potencias se vale todo, incluso promover las guerras civiles o invadir un país alegando su posesión de armas de destrucción masiva. Esa reflexión implica cuestionar el modelo económico internacional, por eso el Banco Mundial prefiere culpar a los gobiernos corruptos de los países pobres.
Líderes corruptos o fuerzas económicas anónimas, lo cierto es que los astronautas de la nave espacial "Planeta Tierra" han escogido la guerra para acceder a los recursos naturales. Ensoberbecidos por haber descubierto la cara oculta de la luna, no alcanzan a ver el lado oscuro de los recursos naturales.
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14 de marzo de 2007
Javier Flores
Narcotráfico: La simulación
http://www.jornada.unam.mx/2007/03/14/index.php?section=opinion&article=a03a1cie
La prohibición irracional al consumo de drogas es la forma más efectiva de beneficiar al narcotráfico y de poner en riesgo la salud de millones de seres humanos. Si desde hace por lo menos una centuria -según se dice-, se persigue sin tregua a los traficantes de sustancias prohibidas; y al comenzar el siglo XXI este problema no solamente no se ha resuelto, sino que ha crecido, significa que algo anda muy mal.
En México, desde que era niño, las imágenes de aviones rociando con veneno los plantíos de mariguana o amapola han sido reiterativas. También los soldados arrancando las plantas y quemándolas en una pira, con el consecuente pasón, pues carecen de las más elementales medidas de seguridad. Recuerdo, por ejemplo, al presidente De la Madrid, activando frente a las cámaras un detonador (una caja metálica con una barra en forma de T en la parte superior, que al bajar produce una explosión), para iniciar la quema y mostrar el férreo combate al narcotráfico. Lo anterior se suma a los informes con los que nos invaden año tras año, de la detención de un número creciente de traficantes.
Si pasan los años y seguimos igual o peor que antes, es elemental discernir que esa estrategia no funciona. Entonces se justifica pensar que nos dirigimos deliberadamente hacia nuevos fracasos. Podemos preguntarnos, por ejemplo, ¿cuánto ha costado al país esa guerra inútil? ¿Cuánto le cuesta ahora?
Pero lo más importante es preguntarnos: ¿Qué es lo que se trata de proteger con la prohibición? El tráfico de sustancias prohibidas está tipificado como un delito contra la salud, es decir, se trata de cuidar a la población, en especial la de nuestros niños y jóvenes (lo que da un toque más melodramático), pero el resultado es que el negocio crece, lo que significa que la gente consume cada vez más drogas. Con una agravante: la criminalización del consumo. Tratan de cuidar a nuestros jóvenes... ¡metiéndolos a la cárcel!
Al final de la pasada legislatura se aprobó una ley que diferenciaba con claridad la distribución del consumo, al establecer las cantidades permitidas que podían portar los consumidores. Esta ley fue vetada por el presidente Fox, lo cual no fue sorpresa. Lo sorprendente fue, a mi juicio, que algunos comentaristas muy respetables apoyaron el veto de Los Pinos, argumentando que la ley propiciaba que los jóvenes se reunieran, cada uno aportando pequeñas dosis para realizar fiestas en las que correrían las drogas. Lo que nunca pensaron los defensores de la decisión foxista, es que los jóvenes de todas maneras lo hacen, la diferencia es que ahora los pueden encarcelar.
Hay una pregunta a la que no hay que tenerle miedo: ¿Por qué hay personas que consumen drogas? La respuesta no puede ser una sola, pero entre otras se encuentra la búsqueda de una sensación placentera, de bienestar. Por eso el narcotráfico es un gran negocio, porque comercia con necesidades humanas básicas. Hay drogas permitidas que tienen efectos análogos, como los antidepresivos, que por cierto también dan lugar a ganancias multimillonarias.
Hay también muchos mitos acerca de los efectos sobre la salud de las sustancias prohibidas. Es cierto que el abuso en el consumo de algunas de ellas puede traducirse en diversos problemas médicos, pero más bien hace falta mucha investigación, pues existen drogas permitidas, como el tabaco y el alcohol, que tienen efectos mucho más nocivos.
En 2004, un grupo de científicos encabezado por A. H. Mokdad, publicó un trabajo sobre las causas de muerte en Estados Unidos en 2000. El estudio se refiere a los factores de riesgo involucrados con las muertes de personas en la nación que ocupa el primer sitio en el consumo de drogas ilegales en el mundo. Los resultados que aparecen en el Journal of American Medical Association, muestran que el primer lugar lo ocupa el tabaco, asociado a 435 mil muertes ese año; le sigue la dieta pobre y la inactividad, con 365 mil decesos; consumo de alcohol, 85 mil; agentes microbianos, 75 mil; agentes tóxicos, 55 mil; accidentes en vehículos automotores, 43 mil; armas de fuego, 29 mil; conducta sexual, 20 mil, y al final de su lista, el uso de drogas ilícitas asociado a 17 mil fallecimientos.
Puede proponerse que con la estrategia de combate al narcotráfico basada en la prohibición, que ha demostrado su inutilidad a lo largo de varias décadas, el único beneficiario es ese negocio multimillonario.
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